Hora
del baño. El hotel tiene unas escaleras que van a un jardín, y al río. Diego se
quedó tomando el sol, yo preferí darme un baño. La corriente era bastante fuerte
y a menudo tenía que agarrarme a las rocas para no ser arrastrado. De repente, parado en una de esas rocas, mire hacia arriba y en uno de los balcones de una de las habitaciones, la vi. Una de las chicas del hotel. Se acababa de duchar y estaba ahi, con su melena negra y lisa, su piel morena y mojada brillando al sol, envuelta en una toalla. Me vio, me sonrio y se volvio de espaldas. De vez en cuando mientras se secaba el pelo, giraba la cabeza, me miraba y volvia a sonreir. Si no fuera porque Diego estaba seguro de que a ella le gustaba el....diria que me estaba provocando.
Cada cierto
tiempo pasaban niños navegando en cámaras de ruedas de camión a modo de “donuts”
de los parques acuáticos y todos me ofrecían coger una, así que al rato bajé río
abajo hasta encontrarme con ellos y me dejaron una encantados. Subimos hasta la
zona del centro de orangutanes (20 min. Andando) y antes de lanzarnos al agua
ellos empezaron a atar unas cámaras a otras. Al final teníamos un “barco-tren”
de caucho.
La experiencia fue mas que divertida, me lo
pasé en grande aunque el río no era demasiado bravo. Además los niños eran
geniales. No paraban de reírse y de mojar a todo el mundo que hacia la colada a
la orilla del río o a cualquiera que ya estuviera dentro bañándose. Lo malo, es
que, una vez abajo, había que volver a subir andando, así que decidí hacerlo solo dos veces. Por el camino, en la aldea, todo el mundo te mira y te sonríe, pero no es como en Thailand, donde sabes que te sonrien porque en realidad ellos no ven a una persona extranjera, ellos ven un billete de dolar como en los dibujos animados. Aqui se puede sentir como la gente local realmente aprecia y se alegra de que el visitante disfrute de su pueblo y su gente. Te
saludan, te preguntan... Te sientes incluso mejor que en casa.
Después
de comer se acercaron los dos guías para ver como teníamos la idea de la
expedición por la selva. Les contamos lo que nos había propuesto el guarda del
centro y ellos nos contaron que lo mejor es ir con guías y pasar varias noches
en la selva si lo que queríamos era ver animales y vivr la experiencia. Además
nos contaron que la aldea se sustenta con eso. Así que negociamos pasar 5 días
en le selva, 4 noches, por unos 85 euros cada uno. Nos parecía un poco caro para
el país, pero cuando vimos el despliegue...lo entendimos. Quedamos con ellos
para el día siguiente a las 6 de la mañana.
Por la noche después de cenar, los chicos y chicas del hotel se ponían en nuestra mesa a tocar la guitarra y cantar canciones de los 80-90 (todo el mundo en esa aldea sabía hacerlo). La chica que habia visto antes no estaba. Así que después de cantar un rato nos fuimos a dormir nerviosos por la expedición, cosa que yo deseaba especialmente porqué en parte, uno de los objetivos del viaje era precisamente para eso. Después de ver tantos documentales, me moría de ganas de entrar de lleno en una jungla tropical como esa.
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